El amor adolescente

El amor adolescente

 

Una de las características más notorias dentro de la etapa de la adolescencia es el enamoramiento. Algunas veces como padres tenemos algunas dificultades sobre como tomar este tema, pero ¿Cómo abordarlo sanamente?

 

Que nuestro hijo se enamoré es un reflejo sobre la etapa por la cual está viviendo y que necesita expresar, ya que está en la búsqueda de su identidad. Y aunque creemos que el amor y esa búsqueda de identidad no tienen nada que ver, si lo tienen ya que en ese proceso conocen personas que van complementando su personalidad. De esta forma, empiezan a sentir que quieren a otras personas de forma diferente a “la habitual” y también se enamoran.

 

En este proceso en el que descubren que sienten cosas diferentes por los demás, empiezan a aprender cómo se quiere a las personas, se diferencian y se aproximan un poco más a aquello en lo que se convertirán un día. Como padres, es importante acompañarlos en este proceso, pero ¿Cómo? Aportándoles confianza para que acudan a nosotros si sienten que lo necesitan y dándoles la libertad y la oportunidad de vivir su vida a su manera, pero sin dejar de orientarlos, dar pautas y acompañarlos para que puedan crecer y desarrollarse como personas sanas, felices, así como permitiendo que se equivoquen para poder aprender. Esto no quita que mantengamos límites con ellos.

 

Componentes neurobiológicos

 

Cuando nos enamoramos, no utilizamos nuestro cerebro racional y sensato, y no podemos controlar nuestros impulsos es por eso por lo que el enamoramiento es mucho más emocional que reflexivo. Al momento de enamorarse la dopamina (hormona de la felicidad) la noradrenalina (hormona que estimula la atención) y la serotonina (hormona que regula el estado de ánimo) entran en juego. Esta es la razón por la cual las emociones de los adolescentes son como una montaña rusa: a veces eufóricos, a veces impulsivos; la gestión correcta de las emociones llega a ser complicada en esta etapa.

 

Debido a esto, el cerebro recibe distintos estimulantes, pero el tiempo de duración suele ir y venir (entre 3 a 4 meses) por lo que no es de sorprenderse que cambien de una relación a otra. Muchos adolescentes no pueden mantener relaciones largas porque sienten que son aburridas o menos emocionantes después de unos pocos meses. Al contrario que el enamoramiento, la permanencia en el amor es menos eufórica, menos intensa, pero más duradera y satisfactoria. Es la base del compromiso a largo plazo.

 

Como padres ¿Qué debemos hacer ante esta situación?

 

 

Con todo lo que viven los adolescentes en esta etapa, lo principal es el acompañamiento. Ser puerto seguro para ellos, estar ahí y hacerles sentir ese amor incondicional constante: a pesar de que existan diversos conflictos, e incluso, rechazo por su parte, en el fondo, deben sentir que nos tienen a su lado y cerca para cuando lo puedan necesitar.

 

Con base a lo anterior, las siguientes pautas son para que puedas acompañar y a establecer una postura en relación con el primer amor de tu hijo/a:

 

  • No prohíbas el noviazgo: Más que ayudar, solo hará que se oculte. Definir nuestras preocupaciones nos permitirá orientar a nuestros hijos y establecer un vínculo de confianza más sólido con ellos.
  • Fortalecer su autoestima: Realiza actividades junto con el/ella, que sean de su agrado, que las disfrute o en donde tenga una habilidad destacable. Esto le ayudará no solo a sentirse mejor, sino que además evitará que tenga relaciones donde sea tratado de manera negativa.
  • Responsabilidad: El cumplimiento con los objetivos escolares, así como en las tareas en el hogar sigue siendo parte de los deberes de cualquier adolescente, aunque estén enamorados. Condicionar las salidas de casa, ya sea con el novio o amigos, permite no dejar fuera de foco la diciplina en su educación.
  • Fomenta la comunicación: Desde que son muy pequeños es muy importante favorecer una buena comunicación con nuestros hijos; hacerles partícipes de nuestras experiencias y nuestras emociones, esperando que ellos puedan hacer lo mismo con nosotros.
  • Predicar con el ejemplo: Si nos relacionamos como pareja de forma agresiva y violenta, a pesar de que les tratemos de enseñar qué buscar en una pareja, será mucho más fácil que sigan nuestro ejemplo más que nuestras palabras.
  • Fija reglas: Cuando nuestros hijos empiezan una relación, es conveniente establecer días y horarios de salidas y visitas, así como cualquier otra regla que consideremos relevante para evitar futuros conflictos.

 

Finalmente, como padres de familia nos corresponde fomentar una comunicación sana con ellos, ya que así la confianza se reforzará y nuestros hijos siempre sabrán que estamos ahí para apoyarlos ante cualquier situación que se les presente.  

Escrito por: Psic. Jordi Alejandro Rojas Zamudio